Llegado el momento, nunca sé que decir. Me gustaría atreverme con una frase que, cuando tuve veinte años, se me quedó grabada: "Morir es solo morir. Morir se acaba". Pero nunca tengo valor para pronunciarla.
Y entonces vio la luz. La luz que entraba
por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huída
y entendió que la muerte ya no estaba.
Morir es sólo morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva,
es cruzar una puerta a la deriva,
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acaba de llorar y hacer preguntas,
ven al amor sin enigmas ni espejos,
descansar, vivir en la ternura,
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
luz, tras tanta noche oscura.
José Luis Martín Descalzo
"Testamento del pájaro solitario" (1991)
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