En estos días de Semana Santa, entre capirotes y torrijas, me dio por pensar en las muchas razones que tiene la gente para vestirse con túnicas de dudoso gusto y someterse a penitencias más o menos severas. Al final, concluí, hay tantas respuestas como personas, pero, de fondo, late una cuestión moral.
La penitencia implica arrepentimiento, como bien saben los antiguos alumnos de colegios religiosos: acto de contrición, dolor de los pecados, arrepentimiento sincero y cumplimiento de la penitencia. Me quedo con el primer punto: la autoconciencia de haber obrado mal. Esto implica, primero, una "codificación" de las malas conductas: los mandamientos en su versión católica o el código penal en su versión laica. Sin embargo, qué distintos son estos dos baremos...
Casi olvidado lo anterior, me encuentro ayer con un episodio de CSI: Las Vegas en el que el protagonista, Grissom, se descuelga con una frase lapidaria: "una brújula moral te indica el camino, pero no te obliga a seguirlo". Y acto seguido, José Javier Esparza aprovecha esa misma frase para una espléndida columna en la sección de televisión de "El Correo":
José Javier Esparza
Leído esto vuelvo a reflexionar...
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