En la oficina donde trabajo empleamos diversos programas específicos para el tratamiento de la información geográfica. Uno de ellos es posiblemente el más conocido en este sector y ha convertido a la empresa que lo suministra en algo cercano a un monopolio. Seguramente será por eso que su política comercial está más enfocada a mantener a sus clientes bien atados antes que a satisfacer sus necesidades.
Nosotros adquirimos en su momento más de una decena de licencias de este producto. Licencias muy caras, por cierto, y que no dan derecho absolutamente a nada más que al uso del programa. Por ello, y tratándose de un programa muy técnico, también hemos suscrito algunos años contratos de mantenimiento carísimos también. Con este mantenimiento la principal ventaja que teníamos era recibir puntualmente las constantes actualizaciones del producto, que ya va por su versión 9.2. ¿Pero es esto realmente una ventaja? Pues sólo hasta cierto punto. Por una parte las actualizaciones resuelven problemas de las versiones anteriores (también tiene narices que te vendan un programa tan caro con errores y haya que pagar más para que te manden la solución) pero por otra parte resulta que un proyecto realizado con una nueva versión no funciona con las versiones previas. Es decir que si contratamos mantenimiento para algunas licencias e instalamos la versión 9.2, las personas que trabajan con ella ya no pueden pasar sus proyectos a quienes usan la versión 9.1. Situación absurda puesto que la variación en el segundo número debería indicar un cambio menor dentro de un mismo programa. Pero claro, para la compañía que vende el software la solución es bien sencilla: paga mantenimiento para las demás licencias. Con otro añadido, las licencias que han permanecido un tiempo sin mantener deben pagar también una penalización equivalente al precio de ese periodo. Increíble, ¿verdad?
Pues además a esto se une que en una ocasión sí que necesitamos de verdad soporte técnico. Les enviamos una cuestión ciertamente compleja sobre un tema que nos daba bastantes problemas y su respuesta fue... ¡que el mantenimiento que teníamos contratado no cubría ese tipo de preguntas!
El resultado es que decidimos dejar las licencias que teníamos tal cual y no renovar mantenimientos. Pues aun así no nos libramos de la terrible política comercial de esta gente. Resulta que para proteger su software de copias no autorizadas cada licencia emplea una llave de hardware que se conecta al puerto paralelo del ordenador (o más modernamente via USB). Y cada llave lleva asociado un archivo de licencia específico generado para esa llave. Todo esto a los que realmente compramos el software no nos supone más que problemas, pero claro, es por conveniencia para el vendedor. ¿Y qué pasa si una llave no funciona? Pues les llamo y que me envíen otra, supongo yo. Pues no. Ayer pasó esto y su respuesta fue que si la licencia no está en mantenimiento no tengo derecho a que me reemplacen una llave estropeada.
Así que yo tengo un programa comprado, pagado y que, a causa de una protección anticopia puesta por la exclusiva conveniencia del fabricante, ahora no puedo utilizar. Y todavía tienen la cara dura de decirme que contrate (por 900 euros) mantenimiento para esa licencia y entonces reemplazarán esa llave. Y que además salgo ganando porque en breve me enviarán también la nueva versión 9.3. Que por supuesto será incompatible con las 9.2 y 9.1 que tenemos en otras máquinas.
Lo cierto es que el programa tiene muchas herramientas que otros no tienen y que por eso es difícil encontrar alternativas. Pero con esta política de perjudicar al usuario para mantenerlo atado están consiguiendo que cada vez tengamos más ganas de cambiarnos.
Y como muestra de otras opciones puedo mencionar el excelente gvSIG, un programa de software libre, multiplataforma y que además es extensible, por lo que su funcionalidad va en aumento. Nosotros cada vez lo usamos más.
Nosotros adquirimos en su momento más de una decena de licencias de este producto. Licencias muy caras, por cierto, y que no dan derecho absolutamente a nada más que al uso del programa. Por ello, y tratándose de un programa muy técnico, también hemos suscrito algunos años contratos de mantenimiento carísimos también. Con este mantenimiento la principal ventaja que teníamos era recibir puntualmente las constantes actualizaciones del producto, que ya va por su versión 9.2. ¿Pero es esto realmente una ventaja? Pues sólo hasta cierto punto. Por una parte las actualizaciones resuelven problemas de las versiones anteriores (también tiene narices que te vendan un programa tan caro con errores y haya que pagar más para que te manden la solución) pero por otra parte resulta que un proyecto realizado con una nueva versión no funciona con las versiones previas. Es decir que si contratamos mantenimiento para algunas licencias e instalamos la versión 9.2, las personas que trabajan con ella ya no pueden pasar sus proyectos a quienes usan la versión 9.1. Situación absurda puesto que la variación en el segundo número debería indicar un cambio menor dentro de un mismo programa. Pero claro, para la compañía que vende el software la solución es bien sencilla: paga mantenimiento para las demás licencias. Con otro añadido, las licencias que han permanecido un tiempo sin mantener deben pagar también una penalización equivalente al precio de ese periodo. Increíble, ¿verdad?
Pues además a esto se une que en una ocasión sí que necesitamos de verdad soporte técnico. Les enviamos una cuestión ciertamente compleja sobre un tema que nos daba bastantes problemas y su respuesta fue... ¡que el mantenimiento que teníamos contratado no cubría ese tipo de preguntas!
El resultado es que decidimos dejar las licencias que teníamos tal cual y no renovar mantenimientos. Pues aun así no nos libramos de la terrible política comercial de esta gente. Resulta que para proteger su software de copias no autorizadas cada licencia emplea una llave de hardware que se conecta al puerto paralelo del ordenador (o más modernamente via USB). Y cada llave lleva asociado un archivo de licencia específico generado para esa llave. Todo esto a los que realmente compramos el software no nos supone más que problemas, pero claro, es por conveniencia para el vendedor. ¿Y qué pasa si una llave no funciona? Pues les llamo y que me envíen otra, supongo yo. Pues no. Ayer pasó esto y su respuesta fue que si la licencia no está en mantenimiento no tengo derecho a que me reemplacen una llave estropeada.
Así que yo tengo un programa comprado, pagado y que, a causa de una protección anticopia puesta por la exclusiva conveniencia del fabricante, ahora no puedo utilizar. Y todavía tienen la cara dura de decirme que contrate (por 900 euros) mantenimiento para esa licencia y entonces reemplazarán esa llave. Y que además salgo ganando porque en breve me enviarán también la nueva versión 9.3. Que por supuesto será incompatible con las 9.2 y 9.1 que tenemos en otras máquinas.
Lo cierto es que el programa tiene muchas herramientas que otros no tienen y que por eso es difícil encontrar alternativas. Pero con esta política de perjudicar al usuario para mantenerlo atado están consiguiendo que cada vez tengamos más ganas de cambiarnos.
Y como muestra de otras opciones puedo mencionar el excelente gvSIG, un programa de software libre, multiplataforma y que además es extensible, por lo que su funcionalidad va en aumento. Nosotros cada vez lo usamos más.
5 comentarios:
Parecía una historia de terror...
¿Empieza por arc y acaba por is?
Sí, no me extraña. Tienen en común la sensación que te queda al final de que no es posible que pasen cosas así. Salvo que esto es real.
Vaya, ahora tendré pesadillas. :-)
Precisamente, anónimo, precisamente. Me queda la duda de si lo has adivinado por la numeración de las versiones o por la descripción de su "política comercial". :-)
Lo que ocurre en el mundo del software es de broma. Imaginate ir a comprar un choche y dependiendo de lo que pagues te desbloquean la potencia, asientos, watios en la radio,... de risa.
Publicar un comentario