07 diciembre 2005

El primer contacto

Allá por los años 80 del siglo pasado (como suena esto, solo han pasado veinte años), en una casete regrabada, escuché por primera vez a Les Luthiers. Era Mastropiero que nunca:

Usted, usted que frecuenta el éxito como una costumbre más.
Usted que triunfa con la misma naturalidad en los negocios y en los deportes más exclusivos.
Usted, que está habituado a que los hombres lo respeten y las mujeres lo admiren.
Usted, ¿nos puede decir cómo hace?

A partir de ahí, genialidad tras genialidad: La bella y graciosa moza marchose a lavar la ropa, con unos extraños silencios que años después tuvieron su explicación al ver el espectáculo en vídeo; El asesino misterioso, que me tuvo años riendo al ver los "trailers" de películas policiacas; Visita a la Universidad de Wildstone, culpable de que me sonría cada vez que veo al rector de la Universidad por la calle; El beso de Ariadna, Poemas de Gemini, Lazy Daisy, la Payada de la vaca, que convirtió el "dígame usted, compañero" en un saludo incomprensible para la mayoría de mis amigos; El explicado y la genial Cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto y de cómo se desenvolvió, la cual llegué casi a memorizar. Desde entonces he sido un aficionade incondicional de Les Luthiers.
El año pasado tuve ocasión de ver en directo La bella y graciosa moza..., en el espectáculo Les Luthiers y Sinfónica que presentaron en Zaragoza. Casi veinte años y decenas de audiciones después, me arrancó la carcajada con la misma facilidad que el primer día. Y lo mejor de todo es que no era yo solo el que la iba cantando por lo bajini :-)

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